ESCRITOS

“Mi abuelo, ciudadano de Kosice del siglo pasado, tras haberse asentado allí, construyó un hotel al lado del cual edificó un salón que, desde entonces, ha sido un hogar para el arte.  En la vida de este salón, lo que importa no son los grandes bailes ni banquetes, sino las noches de arte y los conciertos… Este edificio se ha convertido, pues, en un templo, un templo del arte, donde los artistas rinden homenaje a sus Musas – y el público a sus artistas.”

“Siendo yo maestra, daba clases a pequeños niños de segundo grado de primaria en un campamento de gitanos. Durante un receso, uno de ellos andrajoso y desarrapado, sacó una larga media. De la misma, derramó en el suelo un gran número de botones.  Los otros niños lo rodearon admirando sus tesoros.  Yo también fui y admiré sus botoncitos baratos  y chapuceros que eran para él lo más valioso del mundo.  Cuando regresé a mi escritorio, él se acercó  a mí para decirme con alegre orgullo:  “Quiero darle estos dos botones a la Señorita”;  y estiró sus sucias manitos  hacia mí con dos botones.  Otro de los muchachos no pudo contenerse y gritó:  “¡Pero Gyuri, esos son tus mejores botones!”  He conservado este episodio como uno de los recuerdos más hermosos de mi vida. ¡El pequeño Gyuri Kovaly me dio de regalo sus dos botones más bellos y valiosos!”

“Tú acompañas a alguien que conoces a cierta reunión, sin  propósito definido, sólo por amistad.  No piensas quedarte hasta que termine la reunión porque tienes otras cosas que hacer. Pero sucede que cuando llegan allí, te encuentras  sentada  aún sin saber lo que está pasando.  Puedes ver un grupo de muchachas a tu alrededor. Te das cuenta de que eres parte del movimiento. Pero no tienes tiempo de saber nada, porque de inmediato una de las jóvenes se para al frente y comienza a hablar.  No te das cuenta de lo que te pasa. En circunstancias parecidas  tú acostumbras a estar consciente y a observar. Tienes el hábito de atender a lo que se habla  Pero ahora sólo te llegan trocitos de conversación: …asuntos sociales…responsabilidad social…trabajo social…movimientos…hay que formar a la opinión pública…necesitamos influir en el pueblo…tenemos que luchar por los derechos humanos y por la modificación de las leyes…debería haber menos personas con necesidad de atención médica, menos personas que hayan perdido moralmente el camino, y menos personas viviendo en extrema pobreza…Existe una Comunidad, la Sociedad de Hermanas Sociales, que tiene la finalidad de preparar jóvenes con vocación religiosa, consagradas en espíritu,  para ser trabajadoras adiestradas en diversas clases de trabajo social…Ya no oyes nada más, estás sólo observando a la Hermana que habla, como si estuviera hablando para ti solamente.  Parece como si la hubieras conocido por años, sientes que es parte de tu familia…Quizás no entiendes con claridad lo que está diciendo. Ni siquiera sabes lo que te ha llevado allí; a esta Sociedad que sólo ha sido fundada recientemente… pero hay algo que te está arrastrando, eso es cierto.  No es algo, más bien es Alguien.  Es el mismo Dios que pretende que éste sea el ambiente de tu vida consagrada.  Y de repente te quedas completamente tranquila, como quien ha encontrado justamente lo que estaba buscando.  Estás todavía sentada en la reunión. Una joven refiere al grupo cómo tal evento se ha  desarrollado muy bien. Todas se interesan en ello, ¡pero tú estás perdida en tus pensamientos!”

“¿Soy yo digna de hacer votos?  ¿Soy digna de tener vocación religiosa?  No, No, ¡cientos de veces, no! Hace dos años yo era sólo una fumadora, una persona alegre y divertida. ¡Y miren eso, ayer estaba yo allí arrodillada, muy conmovida, y diciendo, un poco tartamudeando, las palabras: Mi amado Redentor, Señor Jesús!”

“Oh mi Señor, mi Dios, ¿en qué forma me he vuelto digna de tu bondad? ¿Qué he hecho para merecer que me hayas dado una vida tan bella, profunda, bendita y llena de sentido?  ¿Para que me hayas traído a un mundo tan hermoso?

Quiero valorar muy alto, con todas mis energías,  mi vida consagrada; despertar en mí un sentido profundo de gratitud por participar de ella.  Reconocer que, con todas sus dificultades, ¡qué buena y hermosa es!…¡Aleluya!

Hoy no puedo decir nada, solamente que Dios sea bendito. ¡Aleluya, aleluya, aleluya!”

“Soy malgeniosa, vehemente, nerviosa y apasionada, ¡pero aun así, te amo! Soy desobediente, terca y desafiante, ¡pero te amo! Soy agitada, desordenada, complicada, ¡pero te amo! Soy envidiosa y hago comparaciones, sin embargo, ¡te amo! ¡Cuántas más debilidades tendría yo en mí si tú no me amaras! ¡Quiero ser fiel y permanecer fiel hasta la muerte!  ¡Fiel en todas las cosas!”

“Es muy difícil ser fiel en las cosas pequeñas.  Una siempre está más dispuesta a hacer actos heroicos.  Y es comprensible.  En las grandes cosas, en ejecutar grandes acciones, su grandeza infunde ímpetu y energía; mientras que pasamos al lado de las cosas pequeñas y les damos de lado, sin valorarlas.  ¡Cuántas oportunidades perdemos de esta manera! ¡Cuántas oportunidades existen de ser fiel en pequeñas cosas, y cuántas de esas oportunidades yo estoy perdiendo!”

“Es fácil para mí amar. Es Dios quien me ha dado esa capacidad.  Para aquellos a quienes les cuesta amar, ¡tendrá que ser mucho más difícil! Debo hacer buen uso de mi don de amar… ¿Qué clase de levadura soy en la comunidad?  Una Hermana dice que soy buena levadura. Pero en eso no tengo ningún mérito.  Seré culpable, sin embargo, si provoco una atmósfera amarga en la comunidad. Sería en mí una doble falta, ya que con mis talentos, debería fermentar la comunidad…Quiero estar presente cuando alguien esté lanzando alguna sombra, quiero esparcir rayos de sol entre mis Hermanas.  Mi Dios querido, tú me diste esos talentos; tienen que ser útiles también de este modo.”

“¡Cristo mío, reina en mí! Destruye, por favor las estrechas paredes de mi mezquindad.  Hazme generosa, de corazón grande, de modo que sea capaz de amar a todas y soportarlo todo. Amén.”

“¡La fe exige todo el ser! ¡Tengo deseos de ser mártir! Y si eso no se te concede – porque es una gracia especial de Dios – ¡vive al  menos el martirio del amor!”

“Llegué a Komaron el día 17. Fue un viaje difícil y agotador. Llovía a cántaros. Al día siguiente, ya estaba dando clases. Doy 26 temas a la semana, en 13 clases.  Lo haría con alegría y me gustaría hacerlo, si no fuera un trabajo tan pesado.. Mi alojamiento es muy malo, ni siquiera tengo un escaparate. Hay frío ¡y no hay calefacción! Tocan el piano el día entero cerca de mí, con sólo una puerta de cristal que nos separa. Además, ¡estoy tan sola!”

“Hoy tuvimos la noche de te de carnaval para  las sirvientas. Asistieron 30 muchachas.  Pusimos tres mesas grandes con mucha comida. Después del te, hubo música con el gramófono, y las jóvenes bailaron.  La atmósfera era buena y ellas se sintieron felices. Para mí fue agotador, pero estaba contenta. Si Dios lo permite, el próximo año invitaré  a muchachos también.  Duró hasta las siete.”

“Visité a 16 familias hasta las cinco de la tarde estudiando sus condiciones de vida. ¡Fui a lugares terribles! ¡Nunca en mi vida había visto una pobreza tan extrema! Sí, la pobreza en sí misma se puede soportar, no nos separa de Dios. Pero cuando es tan extrema, mata el cuerpo y el espíritu. ¡Pobre, pobre gente!…Una Hermana Social debe ser como una antorcha. Tiene que derramar luz en el camino de la gente; de modo que en ese camino puedan alcanzar a Dios. ¡Necesito ser una luz ardiente!”

“He tomado la resolución de que, en Adviento, voy a hacer un esfuerzo doble para ser paciente.  Quiero ser buena. ¡Buena, buena con todo mi corazón!  Lo que es bueno es santo. ¡Creo que uno de los pilares de la santidad es la bondad!”

“Hoy me ha sucedido una cosa extraña.  Cogí la novela que había terminado y la releí. Me causó un raro impacto. ¡Me gustó mucho! De inmediato la empaqueté y la envié.”

“¡Que Dios esté contigo, bella, querida Komaron! He sufrido mucho en ti y te quiero mucho, quizás por eso mismo.  Adiós, mis queridos pequeñitos, niños descalzos, niñitas sucias, ustedes mis pobres, queridos compañeros, adiós Benedictinos y calles serpenteantes. ¡Hermosa, dulce Komaron, que Dios esté contigo! Es indescriptiblemente difícil irme.

Llegué a Losonc a eso de las tres de la tarde.  Todo es aquí amable y amistoso. ¡Quiero servir aquí a Dios con todas mis fuerzas!”

“Mi querida Hermana: Iba a escribirte una carta más larga para darte gracias por las amables  palabras que me enviaste en la celebración de mis votos perpetuos.  En lugar del (lema) original “Alleluia” he escogido un nuevo lema: Ecce ego, mitte me! – ¡Aquí estoy, envíame!”

“Los Alpes Maramaros derraman frío sobre nosotros. Leo siempre 20-25 grados Celsius bajo cero. El apartamento es bien frío también; una capa de hielo de un dedo de espesor cubre mi ventana, y no se puede abrir.  A veces me envuelvo como un oso polar. Aún así tengo sabañones en las manos y los pies….Cuando tengo frío en la iglesia, lo ofrezco por el sacerdote; ofrezco especialmente el frío de mis manos por sus manos. En general, quisiera consagrar el frío que siento, y ofrecerlo por los que no tienen combustible ni ropa de abrigo.”

“He visitado todos los notarios de distrito de Raho. Les ofrecí mis respetos y negocié con ellos.  ¡No puedes imaginarte qué clase de trabajo fue! Uno era indiferente, yo tenía que entusiasmarlo; otro era demasiado entusiasta, y yo tenía que tranquilizarlo; el tercero estaba deprimido; el cuarto desconfiado; el quinto no quería ni siquiera verme, porque tenía mucho que hacer, etc….Sin embargo, tenía que ganar a cada uno de ellos, ¡y gracias a Dios que tuve éxito!”

“Me han dado una nueva misión, y pronto tendré que dejar Tecso. Estoy contenta, porque estaré de nuevo en la Casa Madre.  Pero me duele el corazón, pues aquí la he pasado bien; he disfrutado con mi trabajo, la gente, el lugar…Tengo ahora que instruir con amor y paciencia a mi sucesor en la tarea a realizar. ¡Acéptalo, Dios mío! ¿Qué más quiero, después de todo?  ¡Ecce ego, mitte me!”

“No trabajo para mí misma, ni siquiera para la Sociedad. Trabajo, por designación de las superioras de la Sociedad, para el mismo Dios.  ¡Incansablemente! Quiero amar todo aquello con lo que trabajo: maquinarias, hojas, pinturas.”

“Siempre que tenga algún trabajo que hacer durante el día, quiero recordar que es el Señor quien quiere que lo haga. Quiero trabajar a la luz de esta realidad.  Me doy cuenta de mi responsabilidad. He recibido muchos talentos y debo hacer todo lo que pueda para multiplicarlos.  ¡Hay que amar mucho, hay que trabajar duro!”

“¿Qué hizo Elías? Primero oró, después calentó el cuerpo del niño muerto con su propio calor. (Yo también estoy llamada) a orar y trabajar, a impactar a otros “con el calor de mi propio cuerpo”, o sea, ¡con mi vida y mi ejemplo!  Para realizarlo, tengo que despertar el amor de Cristo en mi corazón constantemente. Ese amor es lo único que me calienta y me convierte en impacto para el mundo exterior.”

“Creo que el secreto de todo está en abandonarse a Dios. ¡Un abandono completo y total!…Buscar la voluntad de Dios en todo. También hoy …¿Qué querrías, Señor, mi Dios? Ecce adsum, ecce ego, mitte me. ¡Ecce ego, suscipe me!  ¡Aquí estoy, envíame, aquí estoy, acéptame!”

“¡Mi corazón está lleno de alegre entusiasmo! Se me ha permitido seguir la inspiración de ofrecer mi vida, o más bien, mi muerte por mis Hermanas.  Presenté mi petición a mi superiora y a mi confesor, ¡Y me han concedido permiso! En la primera intoxicación de felicidad, ha desaparecido todo el miedo y la intranquilidad natural que experimentaba. Ya he escrito el texto de ofrecimiento.  Ahora sólo tengo que esperar la llegada de la Hermana Margarita, y entonces podré ofrecerme a  mí misma…”

“Cuando estábamos en el refugio anti-aéreo, sentados en la oscuridad, y oíamos un estampido lejano, sinceramente, nuestros corazones temblaban….orábamos por la ciudad, por los soldados que la protegían, y yo sentí que tenía que orar también por los que atacaban.¡Tienen también almas inmortales y Cristo murió también por ellos! No sólo nos arrojaban bombas a nosotros, ellos también podían estrellarse, o ser heridos.  Quizás los atacantes y las víctimas van a comparecer ante Dios en el mismo momento…¡Quizás mi pequeña súplica les traiga misericordia.!”

“No es la dinamita, ni los ácidos químicos ni las bombas lo que matan, sino el odio que los dirige.  El odio causa duelo y dolor. El amor seca las lágrimas y consuela.  Queremos amor.  Queremos crear estructuras basadas en la justicia.  Demos un vistazo a los terribles efectos de la injusticia en la vida del mundo. Borra fronteras; ataca a países por el fuego y la espada; extermina pueblos; traza nuevas fronteras; levanta barreras…Instiga a las razas a rebelarse una contra otra.  Por otro lado, la justicia reconoce el derecho a la vida de otros países y destruye las barreras que separan a los pueblos.  Identifica las características de las diversas razas como ideas diferentes de Dios.  La justicia dice: somos hijos del mismo Padre; ¡Todos tenemos el mismo derecho a la vida! Por tanto, ¡unamos fuerzas, apoyémonos unos a otros! En la vida de una nación, la injusticia levanta una contra otra a las nacionalidades, pero la justicia las lleva a ponerse una al lado de la otra.”

La Sociedad de las Hermanas Sociales

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